Ubicada al Oeste de Mar del Sur, Muy pocas personas integran la población estable durante todo el
año. Existe un almacén y una escuela que alberga a una pequeña cantidad de
niños de la zona rural.
Paraíso olvidado con playas que se mantienen vírgenes de la intervención
humana y una geografía con exiguos caminos que comunican directamente con el
mar, es lo que se observa a simple vista en la pequeña villa balnearia de
Centinela del Mar.
Perteneciente al distrito de General Alvarado, el poblado se encuentra
en el límite con el vecino partido de Lobería.
El viaje desde Mar del Sur, unos 38 km., dura poco más de una hora, debe tomarse un camino de tierra que solo es
posible si el buen tiempo lo permite, y, que exige amortiguadores, tren delantero y otras partes
del automóvil. Por eso el tránsito es
lento en varios tramos y pese a los continuos desniveles esto produce un
contraefecto ligado paralelamente al disfrute de la verde llanura bonaerense
cubierta en épocas, preferentemente con
soja, girasol y maíz.
Tras unos pocos kilómetros en ese dificultoso trayecto rural y algunas
maniobras que hacen ilusionar falsamente con el rally Dakar, un pequeño cartel
escondido entre el tupido pastizal nos da la bienvenida a la inhóspita
población.
Existen dos caminos para llegar a Centinela del Mar.
Desde Miramar, requiere que usted tome la ruta 77 (continuación de la
avenida 9) hasta la ruta 88 y tome el camino que lo lleva a Necochea, poco
después de haber cruzado el puente del arroyo El Pescado, encontrará el camino
de tierra que lo llevará a destino, el recorrido por tierra desde este punto es
de unos 17km. El otro camino comienza en Mar del Sur desde donde tendrá que
recorrer unos 35km porcalles de tierra.
Hay poco más de dos docenas de casas
La comunidad utiliza la tranquilidad y soledad de su playa como
atractivo turístico.
Formado por unas pocas casas, una capilla, una escuela y un hotel, se
encuentra ubicado en el extremo sur del partido, a pocos metros del arroyo La
Nutria Mansa que constituye el límite con el partido de Lobería.
El solo hecho de llegar aquí puede transformase en una aventura ya que las únicas vías de acceso son caminos de tierra que en los día de lluvia se tornan en verdaderos desafíos, no obstante, el paseo por el campo hace que el viaje sea súmamente agradable y el lugar adonde se arriba es más que suficiente premio para la travesía emprendida.
Si bien es posible hacer un paseo breve, una escapada a tomar unos mates en una playa diferente, la mayoría de las personas lo toman como una excursión de día completo e inclusive no son pocos los que, provistos de carpas y bolsas de dormir, se animan a quedarse un par de noches.
Cuando usted llega se encontrará con un pequeño pueblito. Apenas ingresa, al lado de una enorme antena, hay una pequeña proveeduría, más adelante verá la pequeña y pintoresca capilla y el hotel. Puede buscar un camino que lo lleve a la playa o bien seguir avanzando hasta encontrar una tranquera que suele estar cerrada pero que es posible abrir pues no tiene candado.
El solo hecho de llegar aquí puede transformase en una aventura ya que las únicas vías de acceso son caminos de tierra que en los día de lluvia se tornan en verdaderos desafíos, no obstante, el paseo por el campo hace que el viaje sea súmamente agradable y el lugar adonde se arriba es más que suficiente premio para la travesía emprendida.
Si bien es posible hacer un paseo breve, una escapada a tomar unos mates en una playa diferente, la mayoría de las personas lo toman como una excursión de día completo e inclusive no son pocos los que, provistos de carpas y bolsas de dormir, se animan a quedarse un par de noches.
Cuando usted llega se encontrará con un pequeño pueblito. Apenas ingresa, al lado de una enorme antena, hay una pequeña proveeduría, más adelante verá la pequeña y pintoresca capilla y el hotel. Puede buscar un camino que lo lleve a la playa o bien seguir avanzando hasta encontrar una tranquera que suele estar cerrada pero que es posible abrir pues no tiene candado.
Continuando por el camino al que da paso la tranquera usted llegará al arroyo La Nutria Mansa (en realidad, en ese punto desembocan otros dos arroyos: El Pescado y La Malacara). Allí termina el camino y su viaje en automóvil y comienza su día de playa. Se encontrará con una playa excepcionalmente amplia, a lo lejos verá enormes médanos (algunos se observan forestados) y campos.
Las opciones son varias, puede simplemente quedarse a disfrutar de la
playa, puede intentar pescar en el mar o en alguno de los arroyos, puede salir
de expedición por los médanos mientras se hace el asado o lo que su imaginación
le sugiera.
Si desea salir de caminata o si ha llegado hasta aquí en un vehículo que le permita andar por la arena, le sugerimos algunos lugares que conocer, en cuanto a cómo llegar, le recomendamos que busque alguien que conozca pues no hay forma de describirle aquí cómo transcurre el camino entre los médanos.
Si desea salir de caminata o si ha llegado hasta aquí en un vehículo que le permita andar por la arena, le sugerimos algunos lugares que conocer, en cuanto a cómo llegar, le recomendamos que busque alguien que conozca pues no hay forma de describirle aquí cómo transcurre el camino entre los médanos.
Lo primero que se observa es el almacén, donde según se comenta, viven
las únicas dos personas estables durante todo el año y pese a que el negocio no
marcha del todo bien, intentan subsistir.
Antiguamente, jornaleros y trabajadores permanentes del campo lo
visitaban a diario por lo que el expendio de mercadería era intenso. Pero como
todo, la tecnología determinó cambios que no fueron a la par del pueblo; de 60
ó 70 recogedores de papa que solía haber en antiguos tiempos de campaña, ahora
hay sólo unos pocos ya que la máquina reemplazó al hombre.
El panorama fue decayendo durante los últimos años, en 1995 había seis residentes
permanentes, cifra por demás pobre que siguió reduciéndose cada vez más y se
vio potenciada con la no urbanización y falta de servicios básicos.
Por otra parte, es un paisaje único donde se entremezcla el ruido del
mar con el de los pájaros. Sus angostos senderos continúan hacia la costa
mientras que sobre diferentes parcelas hay 23 propiedades de veraneo que
albergan unas 20 familias durante enero y febrero.
Entre traslados prácticamente a
campo traviesa, alternando algún que otro puente peatonal realizado por los
mismos turistas, se divisa la prolija capilla y a pocos metros se encuentra la
escuela 16 "Alfonsina Storni" con una pequeña matrícula de alumnos
provenientes de campos de la zona a quienes educan la única maestra y sendos
profesores de Educación Física e Inglés.
Por otra parte, no existe sala sanitaria y el destacamento policial fue
abandonado hace bastante tiempo.
Posada desierta
Hace unos años dejó de funcionar la única posada que existía en
Centinela del Mar, cuya construcción data de la década del ´60. Su último
propietario cansado de aguantar un negocio que no ofrecía ningún tipo de
rédito, decidió venderla y según cuentan algunos pobladores temporarios,
"recaló en manos del conocido empresario Pérez Companc quien junto a su
familia pasa los veranos aquí".
La playa, con gran cantidad de piedras producto de los pronunciados
acantilados ofrece historias ligadas al hallazgo de fósiles y restos de
embarcaciones. Ya que geológicamente esta es una costa expuesta aproximadamente
hace 1.000.000 de años. Es decir que es nueva y virgen en comparación con las
playas que dan al Este de la provincia de Bs. As., que están expuestas desde
hace 3.000.000 de años y no ofrecen tanta posibilidad de encontrar restos
fóciles fácilmente, por ese motivo de la antiguedad
Futuro impredecible
Así es Centinela del Mar, un paraíso quedado en el tiempo que mantiene
su belleza paisajística y un litoral marítimo prácticamente virgen porque el
destino, la propia población e indiferencia gubernamental así lo quisieron. Su
futuro es realmente incierto ya que en vez de progresar con el paso del tiempo
fue involucionando cada vez más, aunque esto será siempre materia de discusión
sobre sí fue mejor o peor mantener ese letargo.
Atracción de pescadores
Centinela del Mar es un importante punto para la pesca, siendo un
reservorio natural para muchas especies ictícolas de alto valor deportivo y
comercial. Allí existen dos importantes pozos de pesca ubicados enfrente al
pueblo y en el Arroyo La Nutria Mansa, dándose una de las interesantes
variedades en pesca, ya sea desde la costa como embarcados, con la posibilidad
de cobrar piezas de porte como tiburones, cazones, salmón de mar, bonito, pez
limón, corvina, anchoa de banco, mero, besugo y sargo.
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